Podemos filosofar toda una noche, atravesando imponentemente la música que tanto están disfrutando otros buitres. Podemos entre tanto, acompañar nuestras confesiones con un gesto seco que golpee al aire, o simplemente mirando fijamente hacia un punto el cual no te deja fugar (como el baño). Podemos proclamarnos culpables o absueltos del pecado una y mil veces sin necesidad de que sea una cosa por vez. Podemos pregonar todo lo anterior mientras pensamos en cometer un gran error. Podemos poner en jaque a dios, a mamá y papá, incluso a nosotros mismos con esa sinceridad extrema. Podemos estar dos horas hablando para rellenar ese silencio que demuestra cuanta cantidad de tiempo podemos solo rozarnos y todo el poco tiempo en el que podemos derrumbar ese roce con una carnalidad asombrosa (casi inexistente). Podemos, podremos y pudimos hacer todo eso, pero bajo los efectos de el alcohol y las drogas ese acto se asemeja a una cesárea, en donde TODO LO QUE NACE NO LO PARIMOS. Es casi como una hipnosis en donde todo se descubre y nada se comprende. La noche se hizo para el abismo que el día aplaca. Y nosotros somos los cobardes que se refugian en él. Somos los que prefieren escupir antes que cagar, tenemos una bulimia espiritual.
Belén Sanchez. Mayo 2008
Thursday, October 23, 2008
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment